El origen de una escultura en madera de un hombrecillo acuclillado, uno de los grandes enigmas de la rica y variopinta colección de la Finca Vigía, el hogar cubano del premio Nobel de Literatura Ernest Hemingway (1899-1961), fue desvelado por dos investigadoras cubanas.
La figurilla de un pequeño hombre, en la postura de quien observa o espera, fue considerada durante muchos años por algunos como un amuleto de buena suerte, mientras que otros tejieron leyendas acerca del artista, naif quizá, que se lo obsequió al novelista en uno de sus safaris por África.
La historia de la tan intrigante escultura, conocida como "El Vigía", fue develada recién en el contexto del coloquio internacional que cada dos años se organiza en Cuba para ahondar en el estudio de la vida y obra de Hemingway.
En unas de las sesiones que tuvo lugar en el habanero hotel Palacio O'Farril, la investigadora Gladys Rodríguez anunció que en realidad ese "El Vigía" no llegó de Africa, como se pensaba, sino que fue construido en un taller en Cuba. La pieza fue esculpida en el taller que el joyero y escultor húngaro Joseph Sepy de Bicske Dobronyi (1922-2010) tuvo en La Habana, muy cerca de la Plaza de la Catedral.
Rodríguez, quien además es presidenta de la Cátedra Ernest Hemingway, adjunta al Instituto Internacional de Periodismo "José Martí", explicó que el estudio fue realizado a dúo con Mayté Soto, una cubana especialista en la obra del narrador estadounidense y radicada en Miami.
Entre ambas pudieron concluir que se trata de una serie de al menos tres piezas similares, una en La Habana; otra en los fondos de los herederos de Sepy, y una tercera del cual no han tenido constancia tangible pero sí visual, pues aparece en una foto del escultor junto a cómico estadounidense Groucho Marx.
La pieza que atesora Finca Vigía, sin dudas uno de los espacios donde mejor se ha preservado el paso de Hemingway en Cuba, es de ébano carbonero, está firmada por su autor y muestra un excelente estado de conservación.
Al parecer, Joseph Sepy de Bicske Dobronyi conoció a Hemingway en La Habana, donde compartieron el gusto por las celebridades y la buena vida. Al húngaro se le identificaba con su título nobiliario de barón, herencia de ancestros cuyo rastro podría seguirse hasta los albores del siglo XVI en la vieja Europa.
Joseph Sepy de Bicske Dobronyi fue piloto de la Cruz Roja durante la II Guerra Mundial y sin que todavía esté muy claro cómo, se convirtió en uno de los excéntricos personajes que coloreó las crónicas sociales de sociedad cubana de los años 40 y 50 del pasado siglo.
Joseph Sepy de Bicske Dobronyi fue también un promotor de la música cubana y del arte de la isla, aseguró Rodríguez, quien dijo que hay constancia de que en 1955 creó un Centro de Arte Cubano que estaba ubicado en pleno centro de La Habana Colonial. Sus habilidades como escultor y joyero calzaron sus vínculos con la burguesía habanera, al punto de que exhibir una de sus piezas, llegó a ser signo de distinción.
Un año después del triunfo de la Revolución Cubana, en 1960, acopió todas sus pertenencias en un ferry y enrumbó hacia Miami, Estados Unidos, donde continuó su vida más cerca de las estrellas de Hollywood que tanto le apasionaron.
Finca Vigía, donde Hemingway vivió largas temporadas desde 1939 hasta poco antes de su suicidio, el 2 de julio de 1961, es hoy museo que atesora unos 22.000 objetos personales y documentos que pertenecieron al novelista, entre libros, trofeos de caza, discos, armas, cartas, fotos, el yate "Pilar" y hasta un antiguo automóvil Chrysler de 1955.
Se estima que el 20 por ciento de los 9.000 libros que integran la biblioteca de Finca Vigía, contienen anotaciones manuscritas, entre ellas apuntes para cartas o ideas para títulos de libros. Al ganar en 1954 el Nobel de Literatura, un año después de publicar la novela "El Viejo y el Mar", escrita en Finca Vigía, Hemingway se declaró un cubano más y decidió entregar la medalla del galardón al santuario de la Virgen de la Caridad de El Cobre, que es la Patrona de Cuba y de los pescadores.
Durante su estancia en Cuba, el escritor se hospedó inicialmente en hotel Ambos Mundos, en la zona histórica de La Habana, antes de fijar su residencia en Finca Vigía, una casa colonial a 15 kilómetros del centro de la ciudad.
